Aspirina para hipertensos
Un estudio aconseja el ácido acetilsalicílico en la terapia de la tensión alta
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Un estudio con 20.000 pacientes hipertensos acaba de demostrar los beneficios del consumo de dosis bajas de aspirina para prevenir futuros probremas cardiovasculares severos en estos enfermos.
Si usted es hipertenso quizá le convenga conocer los resultados de un estudio que se acaba de publicar en el último número de The Lancet. Según un trabajo multicéntrico -en el que han participado 29 países de cuatro continentes y 1.904 científicos, y en el que han sido investigados casi 20.000 pacientes hipertensos-, que el objetivo de su médico, y el de usted, sea ajustar la medicación que le han recomendado para que la tensión arterial diastólica (la mínima) sea de 82 milímetros como media le ayudará de forma significativa para evitar futuros problemas cardiovasculares severos.
Si, asimismo, usted se acostumbra a tomar una mínima dosis de aspirina (75 miligramos) cada día obtendrá un beneficio añadido inesperado. Esa dosis de ácido acetilsalicílico, cuando se da a enfermos hipertensos tratados con fármacos hipotensores efectivos, disminuye, además, en un 35% el riesgo de sufrir un infarto de miocardio.
Por otra parte, la aspirina, a esas dosis, -que siempre se recomendó con reservas en la hipertensión, dado que al fármaco se le atribuía el riesgo de elevar la incidencia de hemorragias cerebrales fatales- no produjo un aumento importante del número de casos de accidentes vasculares hemorrágicos. La aspirina es, por tanto, segura para los enfermos hipertensos.
El trabajo de The Lancet demuestra, por primera vez, que la aspirina tiene su papel en el tratamiento de la hipertensión. El HOT (Hypertension Optimal Treatment) ha sido un extenso estudio -patrocinado por los laboratorios suecos Astra, aunque realizado por investigadores independientes-, en el que se ha tratado de probar dos hipótesis.
La primera era que dar medicación a pacientes hipertensos, para que sus tensiones no fueran superiores a 140 milímetros de sistólica (máxima) y estuvieran por debajo de 85 milímetros de mercurio de diastólica (mínima), es un objetivo deseable. La segunda era comprobar si añadir bajas dosis de aspirina confería protección añadida a los enfermos hipertensos ya tratados, frente al riesgo de sufrir infartos de miocardio severos. El HOT ha probado ambas teorías.
Así, conseguir bajar la presión diastólica a 82 milímetros de mercurio gracias a cinco miligramos diarios de filodipino (un calcio antagonista de acción prolongada), junto con un inhibidor de la ECA y/o un betabloqueante -cuando fue necesario-, disminuyó la mortalidad cardiovascular de una forma más significativa que cuando la cifra de tensión arterial diastólica sólo bajó hasta 90 milímetros de mercurio. Asimismo, y de forma aleatoria y ciega, la mitad de los pacientes recibió 75 miligramos de aspirina, mientras la otra mitad tomó un placebo. El estudio, controlado y prospectivo, concluye que la aspirina puede formar parte del tratamiento de la hipertensión.
El ácido acetilsalicílico ya es el fármaco más valioso con el que cuentan actualmente los cardiólogos. Su uso rutinario en los pacientes que han sufrido un accidente agudo coronario -una angina o un infarto- disminuye en un 38% el riesgo de padecer un segundo problema coronario, que suele ser de peor pronóstico, incluso, que el primero.
"Si se trata a 1.000 pacientes que han padecido un infarto o una angina inestable con aspirina diaria se previenen 38 problemas cardiacos posteriores, muchos de ellos graves", manifestó el doctor Valentín Fuster la semana pasada en Barcelona, en el transcurso de una conferencia sobre Síndrome Coronario Agudo que se impartió en la Clínica Technon de la capital catalana.
"Sabemos que el 10% de los enfermos coronarios tiene problemas serios en las siguientes semanas que siguen a su episodio agudo, y con aspirina sólo evitaremos un tercio de los dramas que ocurren. Yo ya no dejo que mis enfermos se vayan a casa sólo con aspirina, añado algo más", afirmó el doctor Fuster. Uno de los desafíos de la cardiología es dar con el mejor tratamiento tras un síndrome coronario agudo, para que el paciente pueda recuperarse de su infarto o de su angina inestable con un mínimo riesgo de padecer otro accidente coronario.
La importancia del relax
Va en serio. Quizá, en el futuro, a los pacientes coronarios, además de aspirina y otras medicinas, se les recete una dosis elevada de tranquilidad. Tiene poco sentido llenarse de pastillas, llevar una dieta adecuada, y apuntarse a un gimnasio si no se puede controlar el estrés. Y si no que se lo digan al doctor Valentín Fuster. El prestigioso cardiólogo español, líder en investigación sobre ateroesclerosis y síndrome coronario agudo, tiene el presentimiento de que un importante factor de riesgo coronario es la prisa, la angustia, el exceso de responsabilidad y la falta de tiempo para comunicarse y pensar con sosiego.
Tan convencido está el científico que ha decidido estudiar muy en serio si el control del estrés puede mejorar el pronóstico de los que ya han tenido un accidente agudo coronario. Gracias a la generosa donación de uno de sus pacientes, el doctor Fuster va a montar en el Hospital Mount Sinai de Nueva York un departamento en el que se enseñen técnicas de relax. Fuster no quiere que le llamen a esto medicina alternativa, puesto que no lo es. Lo que pasa es que Nueva York es una de las ciudades donde existe más competitividad y más estrés y éste último favorece que la sangre se coagule en las arterias. Ya que es muy frecuente que las placas de ateroma coronario que tiene un porcentaje de personas a partir de cierta edad se fracturen, creando las condiciones para que se forme un coágulo que tapone la arteria, cuantas menos sustancias coagulantes existan en la sangre, menos probabilidad de infarto existirá. Y el estrés modifica tanto las hormonas que algunas de ellas, sobre todo la adrenalina y la noradrenalina, pueden jugar muy malas pasadas.